miércoles, 2 de noviembre de 2016

La pierna ortopédica


LA PIERNA ORTOPÉDICA
Un relato de Carmen Ruiz
Maria y Carlos eran un matrimonio aparentemente normal, dirían los que los conocían, pero la verdad solo la conocían ellos dos.
Vivían en un caserón en el campo que tenía más de 200 años y que había pertenecido a la familia de Carlos durante muchas generaciones.
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El último invierno fué muy duro y Carlos cayó enfermo y murió.
Antes de morir le pidió a su mujer que no enterrase la pierna con él, que la guardase en el desván, donde él había sido tan feliz, María no lo entendía, pero le dijo que así lo haría.
Después del entierro, María pidió a uno de sus sirvientes que llevase la pierna al desván, que ella todavía no se sentía con fuerzas de entrar en aquella estancia donde su marido había pasado la mayor parte de su matrimonio.
Pasados unos días, María estaba durmiendo una noche y comenzó a escuchar unos golpes que le eran familiares, parecían las pisadas de la pierna ortopédica de su marido, no podía ser, se dijo a sí misma para tranquilizarse, se tapó la cabeza con las mantas se volvió a dormir.
A la noche siguiente los golpes se repitieron, y además, le pareció escuchar la voz de su marido que la llamaba: ¡Mariaaaa! ¡Mariaaaaa!, serán imaginaciones mías, pensaba, los nervios del entierro, y se volvió a dormir.
Pero pasaron los días y todas las noches se repetían los mismos ruidos, los golpes, y Carlos llamando a su mujer con voz de ultratumba. ¡Maríaaaaaa! ¡Mariaaaaaaaaaaaaaaa!






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Cuando amaneció mandó a un sirviente que subiera al desván a mirar qué había, pero el hombre bajó extrañado diciendo que no había visto nada extraño, que todo estaba como el señor lo había dejado, María le preguntó si la pierna seguía en su sitio, y el hombre le contestó que estaba dentro del baúl donde él mismo la había dejado después del entierro,
La mujer se quedó perpleja, no entendía nada, ¿estaría todo en su cabeza?, ¿se estaría volviendo loca?.




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La atmósfera en aquella casa era deprimente, los retratos y objetos de los pariente fallecidos parecían vigilar a los habitantes.
Carlos era un hombre serio e introvertido, que no se relacionaba con casi nadie.
Era 20 años mayor que su esposa, había luchado en la guerra y de resultas de aquello le faltaba una pierna, y por eso llevaba una pierna ortopédica.
La mujer temía a su marido, aunque nunca fué violento con ella, veía algo terrorífico en su mirada.
Cuando María estaba en la cama por las noches y lo escuchaba llegar con sus fuertes pisadas, se hacía la dormida, para no ver aquellos ojos maléficos.


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Una noche María se atrevió a salir al pasillo para ver de dónde venía los ruidos y las voces, recorrió los pasillos y acabó delante de las escaleras que conducían al desván, el corazón casi se se le sale del pecho al comprobar que los ruidos salían de aquella puerta, aterrorizada se volvió a su habitación y se metió en la cama temblando de miedo.


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Cuando a la noche siguiente los ruidos volvieron, María se armó de valor y se decidió a subir al desván, no podía seguir más con aquello.
Mientras iba subiendo los peldaños, la voz fué aumentando de volumen, ¡Maríaaaaa! ¡Maríaaaaaaaaaaa!
Cuando María entró en el desván lo encontró todo lleno de telarañas, trastos viejos y cuadros fantasmagóricos y terroríficos, pintados al parecer por su marido, y en el centro, un gran baúl viejo, del que salía aquella voz de ultratumba: ¡ Mariaaaaaaa! ¡Maríaaaaaaaaaaaaaa!
María abrió el baúl, y lo que allí vió la hizo caer al suelo, muerta en el acto de puro terror, el baúl estaba ¡VACIOOOOOOOO!
A la mañana siguiente, cuando llegaron los sirvientes, encontraron a María muerta, al pie de las escaleras del desván, abrazando ¡LA PIERNA ORTOPÉDICA DE SU MARIDO!






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